“TODOS SOMOS LA CLASE MEDIA”
Pertenecer a la clase media tiene un significado poderoso. Para muchos significa, subjetivamente, haber superado las condiciones de vulnerabilidad y eventual pobreza que son parte de la vida cotidiana de millones, y al mismo tiempo, significa mantener una aspiración del potencial futuro de llegar a ser de la clase alta. Así definido, subjetivamente, seguramente todos o la mayoría somos la clase media, porque no estamos tan mal, pero siempre quisiéramos estar mejor.
Esta ubicación subjetiva en una “clase social” se convierte en espíritu de cuerpo en ciertas ocasiones. Al parecer el sentir de ser de la clase media podría verse justificado porque, por un lado, a las personas en condición de pobreza se les otorga prestaciones monetarias o en especie que buscan suplir sus necesidades básicas -lo que a su vez amerita un análisis mucho más profundo- y, por otro lado, son las personas ricas las llamadas a aportar con sus impuestos para fortalecer el rol de redistribución que tiene el Estado para reducir las desigualdades sociales. Por lo tanto, ser de clase media significa no recibir tales prestaciones monetarias o en especie, y al mismo tiempo, no pertenecer todavía a esa clase que debería financiar la redistribución de ingresos en el Estado.
Por ser una conciencia colectiva, la concepción de que “todos somos la clase media” conlleva implicaciones en varios aspectos de la vida dentro de las sociedades modernas. Por un lado, permite exacerbar los sentimientos de aversión y pugna con las personas consideradas de clases más altas, así como alimenta algunos sentimientos de asistencialismo mercantil para con las personas consideradas de clases sociales bajas. Y, por otro lado, limita la visión de diversidad y heterogeneidad existente dentro de esta gran proporción de personas de un Estado, al reducirlas a la homogeneidad de un solo estereotipo de clase media.
Esta “clase media” que al mismo tiempo que nos iguala entre pares, nos distingue con otros, se convierte en un solo sujeto abstracto del cual los discursos políticos se toman para posicionar sus mensajes. Esto justifica las expresiones tradicionales de políticos con objetivos de ganar popularidad -que por supuesto, es lograda con rotundo éxito-:
- ¡La clase media no aguanta más!
- ¡Durísimo golpe para la clase media!
- ¡No permitiremos que se toque a la clase media!
- ¡No más impuestos para la clase media!
Ante esto, Ecuador se debe una reflexión importante alrededor de las siguientes preguntas.
- ¿Quién es ese agente representativo intitulado “clase media” en Ecuador?
- ¿Cuántos ingresos percibe mensualmente?
- Y más importante, para saber discernir los discursos políticos cuando se refieren al agente representativo ¿Todos somos la clase media?
Los ingresos del ente homogéneo llamado “clase media”
La definición del nivel de ingresos al cual se puede atribuir la pertenencia a la así llamada “clase media” ecuatoriana tiene dos componentes principalmente. En primer lugar, un componente subjetivo de autoidentificación, correspondiente a entornos individuales, familiares y comunitarios. Y, en segundo lugar, existen múltiples definiciones sobre el nivel de ingresos que una persona podría tener para considerarse clase media, los cuales se resumen en la Tabla 1. En esta ilustración se puede observar que, dependiendo de los países y los años de estudio, la clase media puede incluir personas con ingresos de hasta 2,25 veces el ingreso del percentil 50 si se toma como referencia enfoques basados en medidas de tendencia central, o en términos de percentiles de ingresos hasta el percentil 90.
¿Cómo son los ingresos en Ecuador?
En este contexto, resulta importante contrastar la información anterior con la actual distribución de los ingresos de la población ecuatoriana, la cual se muestra en la siguiente tabla.
Fuente: INEC (2022)
Tan sólo el 1 por ciento de la población percibe ingresos mensuales mayores a USD 2,001. Como se puede observar, la realidad ecuatoriana representa una economía donde el 60 por ciento de las personas , es decir 7,3 millones de ecuatorianos, perciben ingresos hasta USD 250 mensuales. De hecho, nueve de cada diez ecuatorianos perciben ingresos de hasta USD 750 mensuales.
Observando los ingresos más altos dentro de la realidad ecuatoriana se puede describir los siguientes resultados:
- Una persona que percibe más de USD 1,017 mensuales se encuentra por encima del ingreso del 95 por ciento, es decir, pertenece al top 5 por ciento de la población ecuatoriana.
- Una persona que percibe más de USD 1,500 mensuales se encuentra por encima del ingreso del 98 por ciento, es decir, pertenece al top 2 por ciento de la población ecuatoriana.
- Una persona que percibe más de USD 2,000 mensuales se encuentra por encima del ingreso del 99 por ciento, es decir, pertenece al top 1 por ciento de la población ecuatoriana.
De acuerdo a varias de las definiciones presentadas en la Tabla 1, posibles definiciones cuantitativas de la clase media en Ecuador se referirían a ingresos de hasta USD 750 mensuales (percentil 90) o de hasta USD 382,5 si se toma en consideración la medida de hasta 2,25 veces el ingreso de la mediana de ingresos.
Esta realidad se muestra en el siguiente gráfico, donde la altura de las barras representa el número de personas que perciben un determinado ingreso. En consecuencia, puede observarse como las barras tienden a ser más altas en los ingresos más bajos. En otras palabras, en Ecuador, son muchos más los que tienen un ingreso menor a USD 1,000, que aquellos que superan este umbral.
Es importante reconocer que los datos respecto de ingresos reportados en este tipo de encuestas contienen lo que en la jerga académica se conoce como “error de medición”, refiriéndose a la posible falta de consistencia de la información por posible ocultamiento, sobre todo de las personas con ingresos más altos. Sin embargo, a pesar del reconocimiento de esta desventaja, esta es la información disponible para el establecimiento de políticas públicas de este tipo (al poder realizarse una consideración de ingresos relativos).
AÚN ASÍ, TODOS SOMOS LA CLASE MEDIA
Esta reflexión alrededor de los datos cuantitativos de los ingresos de los ecuatorianos puede suscitar importantes debates. Uno de ellos surge desde el colectivo homogéneo que, subjetivamente, se autoidentifica como perteneciente a la clase media aun cuando, estadísticamente, sus ingresos se encuentren por encima de cualquier consideración de ingreso relativo al resto de la población. Desde este punto de vista, además de la preocupación de que más del 60% de la población reciba solamente hasta USD 250, existe el posicionamiento de que ingresos en el orden de los USD 1,000 y USD 3,000 deben ser considerados bajos debido a que su poder adquisitivo es reducido frente a los crecientes costos de vida en Ecuador.
Si bien el costo de vida, los niveles de gasto y los niveles de deuda son trascendentales para estudiar la posición financiera, también serían estos susceptibles del análisis comparativo con el resto de la población que incluso podría poner en evidencia otras vulnerabilidades como la baja inclusión financiera que deviene en tasas de endeudamiento e insolvencia mucho más altas que las personas con los ingresos más altos.
Por lo tanto, si bien es un objetivo loable que toda la población pueda incrementar sus ingresos a lo largo del tiempo, es la situación real de los ingresos en Ecuador la que debería motivar y fundamentar los discursos políticos y económicos, que se avivan en el contexto de reformas tributarias, principalmente cuando se trata del impuesto a la renta.
Durante 2022 entró en vigencia la reforma tributaria que realizó un cambio sustancial en la forma en que se calcula el impuesto a la renta. Más allá de los detalles del cálculo, proponentes y opositores han coincidido en que el impacto impositivo se ve reflejado directa y sustantivamente en los ingresos mayores a USD 2,000, lo que es observado con manifiesta preocupación por quienes defienden activamente a la clase media.
Todo el activismo político durante este tiempo ha acrecentado todavía más esa conciencia colectiva de que todos somos la clase media y, por lo tanto, actuando en el espíritu de cuerpo que caracteriza a esa clase media, debe rechazarse rotundamente el incremento de impuestos que “golpea” directamente a la clase media.
Mientras esas discusiones suceden siempre dentro del círculo reducidísimo de los que pertenecen al top 1 por ciento de la población (ingresos mayores a USD 2,000), aduciendo que con esa lucha social se defiende a toda la población, nueve de cada diez ecuatorianos pertenece en su mayoría a esa población que vive del día a día en un empleo informal sin derechos laborales o acceso a la seguridad social, en situación de desempleo, con contingencias personales y sociales como la desigualdad, la pobreza, la inestabilidad, la inseguridad, las aglomeraciones en el transporte público, los que no conocen ni de cerca lo que significa tener una tarjeta de crédito, un plan de telefonía pospago, un seguro de salud privado, o los que solo piensan en otro país por la posibilidad de migrar por mejores oportunidades.
Finalmente, es nuestro deber no dejarse seducir por las consignas políticas que, confirmando algunos de nuestros instintos, hoy buscan ganar más seguidores en redes sociales que militantes comprometidos que aporten realmente al desarrollo del país. Ese desarrollo que, financiado con este aumento en la recaudación de impuestos de las personas más favorecidas, debe utilizarse eficientemente para la mejora de los servicios públicos. Ese seguimiento es el que debería ser parte de la consigna política difundida hoy en redes sociales.
Referencias
Cabrera, E., & Buenaño, E. (2018). ¿Ha crecido la clase media en el Ecuador? Un análisis mediante índices de polarización del ingreso para el periodo 2007-2014. Revista de Economía del Rosario., 121-152.
INEC. (2022). Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo – diciembre 2021. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Obtenido de https://www.ecuadorencifras.gob.ec/estadisticas-laborales-diciembre-2021/